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Fernando Mayorga

A pie, recorriendo los límites del tiempo...

“Manteña-Guancavilca”

En Guayaquil, desde mi escritorio.

El siguiente artículo es una adaptación de aquel que publiqué en mi primer blog bajo el título de “Los chongones, un mono y dos santos”, título que pretendía una serie de tres artículos.

Los Chongones, Chanduyes, Colonches y Lampunas (de la isla Puná) estaban entre las grandes comunidades indígenas que poblaron las actuales provincias de Guayas y Santa Elena. En conjunto, para los antropólogos, todas ellas eran una variante de la cultura Manteña, siendo Emilio Estrada el primero que los identificó como “Manteños del Sur” o “Huancavilcas”.

Cuando los conquistadores hispanos llegaron a nuestra tierra, los Manteños ya dominaban el arte de la navegación y habían desarrollado un ingenioso sistema de navegación con grandes balsas que aprovechaban la fuerza del viento por medio de velas y guares lo que les facilitó el control del tráfico y el comercio a lo largo de la costa del Pacífico, desde el norte de Chile hasta México. Los más diestros navegantes pertenecían a importantes señoríos como el de Jocay y Çalangome -Ubicados en la ahora provincia de Manabí- quienes además formaban parte de una “Liga de Mercaderes” (Jacinto Jijón y Caamaño: 1952). En cuanto a los Chongones, Zevallos Menéndez (1995) afirma que “según viejas crónicas, fueron grandes guerreros que compartieron con los de la isla Puná el control de las islas del Estero Salado y gran parte del territorio que rodeaba lo que hoy es la ciudad de Guayaquil”.

Desafortunadamente el choque cultural entre aborígenes e hispanos significó el fin de civilizaciones milenarias como resultado del “Colapso demográfico” de la América aborigen propuesto por el historiador Noble David Cook (2000), quien señala que entre el año de la llegada de Colón a América y el 1600 existe un descenso poblacional del 90%, es decir, de una cifra estimada en unos 20 millones de hab. a unos 2 millones de hab; la despoblación es más acentuada en las tierras bajas y regiones tropicales: en consecuencia, afirma Cook, es la pérdida humana más masiva de la historia.

De manera particular, en la Real Audiencia de Quito, la población se redujo en un 85% (Lynn Hirschkind:2007) principalmente por las epidemias como el sarampión, viruela, tifus y difteria, más el daño causado por las guerras, migraciones y huidas que terminaron desarticulando las sociedades indígenas. Parece que la peor parte le tocó a la costa donde la población desaparece en un 95%, a diferencia de la sierra donde la disminución es de un 80%. Aquellos pobladores de la costa que no fueron víctimas de las epidemias occidentales o de los sistemas de explotación de su fuerza laboral se vieron obligados a huir hacia el interior.

Y en verdad parece que el despoblamiento aborigen de nuestro litoral se dio de manera acelerada, lo confirma el “Principe de los cronistas de Indias” don Pedro Cieza de León (1518?-1554) en su famosa Crónica del Perú, por lo menos en el caso de los indios guancavilcas. Cieza de León escribió hacia 1553 que: “Muchos indios de los Guancavilcas sirven a los españoles vecinos de esta ciudad de Santiago de Guayaquil: y fin ellos consta en su comarca y jurisdicción los pueblos de Yagual, Colonche, Chinduy, Chongón, Daule, Chonana: y muchos otros que no quiero contar, porque va poco en ello.” Líneas más adelante escribe: “La mayor parte de ellos se ha consumido y acabado. De los que quedan por la voluntad de Dios se han vuelto cristianos algunos y poco a poco van olvidando sus costumbres malas, y se allegan a nuestra santa fe…” Si tomamos en cuenta 1537 como el año definitivo del asentamiento de Guayaquil, el cronista hace esta apreciación apenas 15 años después de la presencia estable de los hispanos.

De la referencia anterior, tal parece que para Cieza de León, todos los pueblos mencionados eran Guancavilcas y estaban bajo la jurisdicción de la recién fundada Santiago de Guayaquil; sin embargo, otro cronista casi contemporáneo al referido parece ser más agudo en su observación al discernir entre Guancavilcas y Chonos que poblaban la ciudad de aquel entonces: se trata del fraile Reginaldo de Lizarraga (1545?-1615) quien anota sobre la ciudad de Guayaquil que: “Viven en esta ciudad y su distrito dos naciones de indios, unos llamados guamcavillcas, gente bien dispuesta y blanca, limpios en sus vestidos y de buen parecer; los otros se llaman chonos, morenos, no tan políticos como los guamcavillcas; los unos y los otros es gente guerrera; sus armas, arco y flecha. Tienen los chonos mala fama en el vicio nefando; el cabello traen un poco alto y el cogote trasquilado, con lo cual los demás indios los afrentan en burlas y en veras; llámanlos perros chonos cocotados, como luego diremos.” La transcripción procede del libro primero de la llamada Descripción colonial, cuyo verdadero título es «Descripción breve de toda la tierra del Perú, Tucumán, Río de la Plata y Chile». Al respecto debo acotar que la denominación de Chonos, es la que arqueológicamente se llama cultura Milagro-Quevedo, cultura que compartía parte del territorio de la cuenca del río Guayas con los Guancavilcas, y más bien estaba asentada hacia el interior del litoral ecuatoriano.

Hasta pronto

Publicado por Fernando el 07 Apr 2015
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